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¿Cómo Encontramos una Buena Iglesia?
En la actualidad la fe cristiana enfrenta numerosos desafíos donde la adoración genuina a menudo se mezcla con el entretenimiento y falsas doctrinas, es por eso que es importante discernir los puntos esenciales de una buena iglesia. Desde los escándalos sexuales y financieros, sectas legalistas, hasta la proliferación de la teología de la prosperidad, muchas iglesias han sufrido una pérdida de credibilidad, lo que ha llevado a un declive en la confianza de los creyentes.
A pesar de estos desafíos, el mensaje central del evangelio sigue siendo puro y verdadero, y debemos buscar iglesias que reflejen la fidelidad bíblica y la integridad espiritual.
La Adoración: El Corazón de una buena Iglesia
La Oración: Comunicación Directa con Dios
Una buena iglesia se distingue por su enfoque en la oración. La oración es el pilar de la vida cristiana, un canal por el cual nos comunicamos directamente con Dios. Jesús mismo nos enseñó la importancia de la oración al dar el modelo del Padre Nuestro en Mateo 6:9-13. La oración no es solo una actividad ritual, sino una forma de adoración, sumisión y gratitud.
Desde los tiempos de la iglesia primitiva, la oración ha sido central en la vida de los creyentes, como se ve en Hechos 2:42, donde “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Una buena iglesia enfatiza la oración colectiva e individual como un medio de acercarnos a Dios y expresar nuestra dependencia de Él.
La Alabanza: Expresión de Adoración y Gratitud
La alabanza es otro elemento clave en la adoración. Efesios 5:19 nos insta a “hablarnos unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales”. A través de la alabanza, expresamos nuestra gratitud y admiración por Dios. Los himnos tradicionales, llenos de profunda teología, nos conectan con las generaciones de creyentes que nos precedieron, mientras que las canciones contemporáneas expresan la frescura y vitalidad de nuestra fe hoy en día. Sin embargo, es importante que la alabanza no se convierta en mero entretenimiento, sino que siga siendo una expresión auténtica de adoración a Dios.
La Proclamación: Predicación de la Verdad
Uno de los pilares más relevantes de una buena iglesia es la proclamación de la Palabra de Dios. En 2 Timoteo 4:2-3, Pablo exhorta a Timoteo a “predicar la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. La predicación debe ser sólida y basada en las Escrituras, edificando a los creyentes y confrontando el pecado.
Vivimos en tiempos donde muchos prefieren escuchar mensajes que les agraden en lugar de confrontar sus vidas con la verdad. 2 Timoteo 4:3-5 profetiza esta realidad: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias”. Una buena iglesia predica el evangelio con integridad, sin comprometer la verdad para agradar a las masas.
💡 Si una iglesia minimiza la importancia de la oración y la alabanza, esto es una mala señal. Si de paso esta ofrece predicaciones débiles que se ajustan a los deseos de la congregación, y se enfoca en el materialismo, resaltando solo promesas y bendiciones mientras evita temas como el pecado, el juicio de Dios, el arrepentimiento y el infierno, estamos ante una congregación con serias deficiencias doctrinales.
La Unidad: Reflejo de una buena iglesia
Comunidad: El Cuerpo de Cristo en Acción
La iglesia es más que una reunión semanal; es una comunidad de fe. En 1 Corintios 12:12-14, Pablo nos recuerda que “somos un cuerpo en Cristo”, y cada miembro tiene un papel importante que desempeñar. La comunidad cristiana se manifiesta a través de la comunión, el servicio y el amor mutuo.
Los sacramentos, como el bautismo y la Cena del Señor, son signos visibles de nuestra unión con Cristo y con otros creyentes. El bautismo simboliza nuestra entrada en la familia de Dios, mientras que la Cena del Señor nos recuerda nuestra comunión en Cristo y nuestra unidad como cuerpo.
💡Si en una congregación se observan divisiones constantes, nepotismo, abuso de poder, falta de unidad, mal manejo de recursos, chismes, conflictos o agresiones, tanto psicológicas como físicas, esto indica una grave falta de cohesión y moralidad. Estas son señales claras de que la comunidad no está siendo guiada por principios de fe, oración y gracia, lo cual compromete su legitimidad como una verdadera iglesia cristiana.
Confesión de Fe: Doctrina Sana como la Base
Nuestra confesión de fe común es lo que nos une como creyentes. En un mundo donde las creencias pueden variar ampliamente, es esencial que una buena iglesia mantenga una doctrina sana, basada en las Escrituras y alineada con las doctrinas históricas del cristianismo.
Las doctrinas esenciales que comparten la mayoría de los grupos cristianos, proporcionan un marco teológico que unifica las creencias fundamentales del cristianismo, a pesar de las diferencias denominacionales.
Estas doctrinas son:
- La Trinidad: La Unidad en Diversidad de Dios La doctrina de la Trinidad enseña que Dios es uno en esencia, pero se manifiesta en tres personas distintas: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. Estas tres personas son co-iguales y co-eternas, compartiendo la misma naturaleza divina, pero con roles diferenciados en la creación, redención y santificación.
- La Encarnación y la Deidad de Cristo: Dios Hecho Hombre La encarnación afirma que Jesucristo, el Hijo de Dios, asumió naturaleza humana sin dejar de ser completamente divino. Como Dios hecho hombre, Cristo vivió una vida sin pecado, enseñó, sanó, y fue crucificado, ofreciendo su vida como sacrificio por el pecado, para redimir a la humanidad.
- El Pecado Original: La Caída del Hombre El pecado original se refiere al primer acto de desobediencia de Adán y Eva en el Jardín del Edén, que trajo consecuencias devastadoras a toda la humanidad. Este acto provocó una separación entre Dios y el hombre, corrompiendo la naturaleza humana y haciéndola inclinada al pecado desde su nacimiento.
- La Redención por Medio de Cristo: La Obra Salvadora La redención se refiere a la obra salvadora de Jesucristo en la cruz. A través de su sacrificio, Cristo pagó el precio por los pecados de la humanidad, liberando a los creyentes de la culpa y el castigo del pecado. Su muerte y resurrección ofrecen la reconciliación con Dios y la promesa de vida eterna.
- La Nueva Creación: Transformación en Cristo La nueva creación se refiere al cambio radical que ocurre en la vida de una persona cuando pone su fe en Cristo. A través del Espíritu Santo, el creyente experimenta una transformación espiritual, dejando atrás su vieja naturaleza y siendo renovado para vivir una vida conforme a la voluntad de Dios.
- La Resurrección: Garantía de Vida Eterna La resurrección de Jesucristo es la piedra angular de la fe cristiana, ya que demuestra su poder sobre la muerte. Esta doctrina enseña que, así como Cristo resucitó, todos los creyentes también serán resucitados para una vida eterna con Dios, asegurando la victoria sobre el pecado y la muerte.
- La Segunda Venida y el Juicio Final: Restauración de Todas las Cosas La segunda venida de Cristo es la futura y esperada culminación de la historia humana, donde Jesucristo regresará para juzgar a vivos y muertos. En este momento, todas las cosas serán restauradas, los justos recibirán la vida eterna y los impíos serán condenados, estableciéndose el reino eterno de Dios.
- El Canon Bíblico y Su Inspiración Divina El canon bíblico es el conjunto de libros que los cristianos reconocen como inspirados por Dios y, por lo tanto, autoritativos para la fe y la vida. Estos textos fueron escritos bajo la guía del Espíritu Santo y son considerados infalibles en su enseñanza, proporcionando la base de la doctrina cristiana.
💡 Estas doctrinas no solo forman el núcleo del cristianismo, sino que también ofrecen una base común de creencias que conecta a diversas denominaciones cristianas y sirven como un criterio esencial para evaluar si es una buena iglesia a la que asistimos y si tiene una base doctrinal cristiana auténtica.
Por ejemplo:
- Si la iglesia no sostiene firmemente la doctrina de la Trinidad, que enseña la unidad de Dios en tres personas.
- Si no predica que Cristo es Dios encarnado, que vino al mundo para redimir a la humanidad, o minimiza la importancia de su obra redentora.
- Si no enseña sobre el pecado original, por el cual todos los seres humanos están separados de Dios y necesitan la redención que solo Cristo ofrece.
- Si no se enseña que la salvación es un regalo de la gracia de Dios, accesible solo por fe y no por obras humanas.
- Si niega la transformación del creyente en una nueva creación que ocurre en su vida al recibir a Cristo.
- Si no afirma que la resurrección de Cristo es la garantía de vida eterna para los creyentes.
- Si no enseña sobre la segunda venida de Cristo para juzgar al mundo y restaurar todas las cosas.
- Si pone en duda la autoridad de la Biblia.
Todas estas son señales de alerta de que el lugar donde nos congregamos puede no estar bien fundamentado doctrinalmente.
Equipamiento: Preparándonos para cumplir la gran comisión
Hacer Discípulos, No Solo Conversos
Jesús nos dejó un mandato claro en Mateo 28:19-20: “Id, y haced discípulos a todas las naciones”. Una buena iglesia no se contenta con hacer conversos, sino que se enfoca en formar discípulos que crezcan en su fe y se conviertan en seguidores comprometidos de Cristo.
El discipulado implica un proceso continuo de crecimiento, en el cual somos equipados para conocer más a Dios y compartir nuestra fe con los demás.
💡 Una buena iglesia no se mide por la cantidad de asistentes, sino por la calidad espiritual de sus creyentes. La popularidad de un predicador, la emotividad de su mensaje, o el espectáculo musical que atrae multitudes pueden hacer que una iglesia parezca exitosa externamente. Sin embargo, si en ella no está obrando el Espíritu de Dios, si las predicaciones carecen de contenido bíblico sólido y transformador, y las personas salen espiritualmente vacías, entonces esa iglesia no está cumpliendo su verdadero propósito.
Por eso, una buena iglesia debe centrarse en el discipulado y la formación auténtica de sus miembros, para que cada creyente sea un defensor activo de la fe y no solo un espectador pasivo que asiste a un servicio semanal. 1 Pedro 3:15 nos insta a estar “siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y respeto”.
Los desafíos actuales en la iglesia
Escándalos Morales, Sexuales y Financieros
Lamentablemente, muchas iglesias han sido afectadas por escándalos de índole moral, sexual y financiero. La iglesia católica ha sufrido una drástica disminución de feligreses debido a los numerosos escándalos de abuso sexual, mientras que muchas iglesias protestantes han sido sacudidas por líderes que han caído en prácticas sexuales y financieras muy cuestionables. Estos escándalos han hecho que muchos creyentes se alejen de la iglesia, perdiendo confianza en los líderes que deberían guiarles espiritualmente.
💡Es importante saber diferencias el mensaje, del mensajero. Debemos recordar que, aunque algunos líderes han fallado, el mensaje del evangelio permanece inmutable. En 2 Timoteo 4:3-5, el apóstol Pablo nos advierte de que vendrían tiempos en los que muchos se apartarían de la sana doctrina, buscando maestros que les dijeran lo que querían escuchar. Esto es prácticamente lo que vivimos hoy en día, siendo testigos de esta profecía.
Estos escándalos no son una sorpresa, sabíamos que vendrían y no deben debilitarnos en nuestra fe. Debemos estar vigilantes, discerniendo entre aquellos que predican la verdad y aquellos que buscan su propio beneficio.
La Teología de la Prosperidad
Otro desafío que ha afectado la percepción de la iglesia es la teología de la prosperidad, una doctrina que promete riquezas materiales y éxito a cambio de fe y donaciones. Muchos creyentes han llegado a percibir que algunas iglesias se han convertido en negocios, donde se juega con las emociones de las personas y se lucran de su fe inmadura. Este enfoque distorsiona el evangelio, alejándose del verdadero mensaje de Cristo, que llama al arrepentimiento y a poner énfasis en su alma y no en los bienes materiales.
Mateo 16:26 Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?
💡Es importante que, al buscar una buena iglesia, nos aseguremos de que el énfasis esté en el evangelio de Cristo y no en un mensaje de automejora o prosperidad material. Lucas 12:15 nos recuerda: “Tengan cuidado y absténganse de toda avaricia; porque la vida de una persona no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
Iglesias Legalistas
Una de las trampas que muchos cristianos pueden enfrentar al buscar una buena iglesia es caer en iglesias de índole legalista, donde los líderes imponen a sus miembros prácticas arcaicas y extrabíblicas. Este tipo de iglesias distorsiona el verdadero mensaje del evangelio, sometiendo a las personas a reglas rígidas y normas que no tienen fundamento en las Escrituras. En lugar de enseñar la libertad en Cristo, estos grupos terminan oprimiendo a sus miembros con cargas religiosas que son contrarias a la gracia y la libertad que Jesús nos ofrece.
El Legalismo: Un Falso Evangelio
El legalismo es la creencia de que la salvación o el favor de Dios se puede ganar mediante el cumplimiento de normas y rituales específicos. Estas iglesias suelen imponer prácticas que están fuera de contexto histórico, social, geográfico y cultural, olvidando que el evangelio trasciende las culturas y las épocas. Jesús condenó duramente este tipo de prácticas en su confrontación con los fariseos, quienes imponían reglas externas sin preocuparse por el corazón de las personas. En Mateo 23:4, Jesús dijo: “Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”.
💡El problema de estas iglesias legalistas es que convierten la gracia de Dios en una carga. En lugar de enseñar la libertad en Cristo, promueven una religión basada en el miedo, la culpa y la obligación, sometiendo a sus miembros a un sistema religioso que está más interesado en controlar a las personas que en guiarlas hacia una relación genuina con Dios.
Prácticas Sectarias y Aislamiento
Una característica peligrosa de estas iglesias legalistas es el aislamiento. A menudo, hacen creer a sus miembros que todo aquel que no pertenece a su iglesia es un impío, un pecador que debe ser evitado o repudiado. Esto crea una mentalidad sectaria, en la que los creyentes son forzados a alejarse de sus amigos, familiares y seres queridos que no comparten las mismas creencias o no son parte de la congregación. Este aislamiento puede llevar a una desconexión emocional y psicológica profunda, dejando a las personas vulnerables a la manipulación y el abuso.
En Juan 17:15, Jesús ora al Padre diciendo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. Esto muestra claramente que los cristianos no deben aislarse del mundo, sino vivir en medio de él, siendo luz y sal. Somos llamados a ser un testimonio para el mundo, mostrando el amor y la transformación que Dios ha obrado en nuestras vidas, no a repudiar a aquellos que aún no han encontrado la verdad.
💡En lugar de alejarnos del pecador, Dios nos llama a acercarnos a él, con la intención de que pueda ver el poder transformador del evangelio en nuestras vidas. Mateo 5:16 dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Explotación y Abusos en Iglesias Legalistas
Una de las tragedias que a menudo ocurre en contextos legalistas es la explotación de las personas más vulnerables. Estas iglesias suelen aprovechar las debilidades económicas, sentimentales y psicológicas de sus miembros, exigiéndoles una lealtad total hacia el líder o la organización, a menudo en detrimento de su bienestar personal y familiar. Muchas veces, las personas son explotadas a nivel económico, siendo forzadas a dar cantidades excesivas de dinero bajo la promesa de una bendición material futura. En 2 Pedro 2:3, Pedro advierte: “Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas”. Esto describe claramente la explotación que algunos líderes ejercen sobre sus congregaciones.
💡En los casos más extremos, estas iglesias pueden convertirse en sectas donde los líderes abusan de su poder, no solo controlando el comportamiento de los miembros, sino también cayendo en prácticas abusivas de índole física, emocional y sexual. El abuso de poder en estos contextos destruye la vida espiritual y emocional de las personas, dejándolas rotas y alejadas de la verdadera libertad que Cristo ofrece.
La Libertad en Cristo
A diferencia de las iglesias legalistas, el evangelio de Cristo es un mensaje de libertad, paz y amor. En Gálatas 5:1, Pablo declara: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Cristo no vino a imponer cargas, sino a liberarnos del peso del pecado y la religión opresiva. En Cristo, encontramos libertad para vivir una vida de amor, gozo, y santidad, no como resultado de nuestras obras, sino como fruto de la gracia de Dios.
💡Proverbios 10:22 también nos recuerda: “La bendición del Señor enriquece a una persona, y él no añade ninguna tristeza con ella”. Las bendiciones que Dios nos da no vienen con cargas adicionales de tristeza o culpa. Al contrario, el verdadero evangelio trae paz y gozo, incluso en medio de las pruebas.
El Problema No Es el Mensaje, sino Algunos Mensajeros
A pesar de los desafíos que enfrentamos, como escándalos y doctrinas distorsionadas, debemos recordar que el problema no es el mensaje del evangelio, sino algunos de los mensajeros que lo han desvirtuado. El evangelio sigue siendo la buena nueva de salvación en Cristo, y Dios nos ha llamado a permanecer fieles a Su Palabra. 2 Timoteo 4:3-5 nos exhorta a estar preparados para enfrentar tiempos difíciles, pero también nos da la esperanza de que aquellos que perseveran en la verdad recibirán la corona de justicia.
Puntos importantes a recordar:
- La oración, la alabanza y la proclamación de la Palabra son los pilares de una buena iglesia
- Una buena iglesia debe ser un lugar de unidad, comunidad y servicio.
- Es crucial que una buena iglesia prepare a sus miembros para ser discípulos y defensores de la fe.
- Aunque algunos líderes y congregaciones han fallado, el mensaje del evangelio sigue siendo verdadero y poderoso.
- Debemos discernir y buscar una buena iglesia que predique la sana doctrina y no se enfoque en el entretenimiento, legalismo o la prosperidad material.
En medio de las dificultades, nuestra fe debe permanecer anclada en la verdad de Cristo, buscando iglesias que reflejen la pureza del evangelio.